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Groenlandia, la tierra de los icebergs y los glaciares, seduce al viajero con su propuesta de vivir inolvidables experiencias sólo aptas para auténticos aventureros, como, por ejemplo, pasar 15 días recorriendo en piragua las gélidas aguas que bordean las montañas de hielo y los espacios deshabitados de estas tierras. Una seducción que conduce directamente a descubrir los paisajes más bellos del mundo.

Groenlandia ofrece al viajero una belleza agreste y una helada desolación. Pero es un mito eso de que se encuentran osos polares en las calles de las ciudades.

Tiene 2,665 kilómetros entre los extremos del sur y del norte, y en un 85 por ciento está cubierta por una gruesa capa de hielo.

Los Thule, descendientes directos de los Inuit groenlandeses, poblaron la isla en el siglo 10, los escandinavos llegaron poco después y Erik el rojo llamó a la isla ‘Groenlandia’. Leif Eriksson, hijo de Erik El Rojo, quien descubrió Groenlandia en el año 985, es comúnmente considerado como el primer europeo en alcanzar América del Norte, bastante antes del viaje, mucho más conocido, de Cristóbal Colón en 1492.

En el año 1000, Eriksson partiría de Noruega hacia Groenlandia, y acostaría sobre el continente norteamericano en una región que él bautizó como Vinland, y de la cual se piensa hoy en día que se trataba del extremo norte de la actual provincia canadiense de Terre-Neuve, donde fueron encontradas huellas de implantaciones vikingas.

Noruega anexionó oficialmente Groenlandia en el siglo 13 y Dinamarca recibió la isla en el siglo 17 y los Estados Unidos tomaron el control de Groenlandia durante la 2 Guerra Mundial.

En 1979 Groenlandia se declaró autónoma y en 1982 decidió abandonar la Comunidad Europea, a pesar de pertenecer aún al reino de Dinamarca.

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